domingo

Diez cosas que no molan de Alemania

Bueno para empezar con fuerza y como acto de hermanamiento con el pueblo alemán, voy a comenzar describiendo las diez cosas que no me gustan un pelo de Alemania. Sí, así es, voy a echar abajo el mito de la perfección alemana con el que tantos años nos han tenido engañados, aquí hay cosas que no funcionan y no pienso callarme. Son pequeñas molestias del día a día, detallitos aparentemente sin importancia que al sufrirlos en las propias carnes le hacen a uno clamar al cielo. Y es que se me acuerdo de la madre que parió a Goethe cada vez que pienso en...

...la distribución de la gente en las escaleras mecánicas del metro, en las cuales los alemanes no resultan tan organizados como parecen y tienden a ocupar todo el ancho de la escalera de forma jodidamente anárquica, lo que impide en caso de emergencia (o simplemente por placer) realizar la típica bajada a tumba abierta, deslizándote sin apenas rozar los escalones, tan habituales en el metro madrileño.


...las papeleras de los trenes. Resulta que hay unas papeleritas montadas en las paredes de los vagones para echar desperdicios de poca monta, tales como envoltorios de comida, revistas, latas, etcétera. Están hechas  de algún tipo de metal que no viene al caso y constan de dos partes: el recipiente y la tapa. A cualquier persona amante del relax y el buen rollo se le habría ocurrido poner entre estas dos piezas de metal un trozo de plástico o similar que amortiguara el golpe al cerrar la tapa. Pues aquí nadie ha caído en ello y cuando uno se encuentra en el séptimo sueño, con su postura cogida, la cabeza apoyada milimétricamente sobre el brazo manteniendo un equilibrio imposible y éste a su vez reposando todo el peso del conjunto en el apoyabrazos, resulta que en cualquier momento algún desalmado puede cerrar la tapadera de golpe y darte un vuelco el corazón que a más de uno dejaría en el sitio. No sólo es el hecho de que las papeleras estén así montadas, sino que ello va unido a la desconsideración de la gente al cerrar la tapaderita de marras con tremendo golpe, sabiendo las consecuencias que pueden tener en tipos como yo, que después de un duro día de trabajo le apetece echarse su sueño al compás del traqueteo del tren.


...die Deutsche Bahn, empresa nacional de trenes alemana. No es que los trenes estén hechos una porquería (me vienen a la cabeza los vagones del trayecto Heidelberg-Frankfurt) o la red sea pequeña o esté deteriorada, muy al contrario, pero debido a no sé que extraño motivo funciona de pena. Hay unos retrasos de padre y muy señor mío casi a diario y los condenados trenes de alta velocidad que se supone tendrían que ahorrar tiempo a los viajeros, llegan en ocasiones más tarde que los trenes regulares. Después de largas reflexiones y cagarme más en la puta que don Luis Aragonés, llegué a la conclusión de que hay tal cantidad trenes y tal es el volumen de mercancías que se mueve, que los márgenes de error que se manejan son mínimos, con lo cual en cuanto surge un problema con alguno de los trenes, su retraso arrastra a los demás de manera irremediable como si del típico efecto dominó se tratase. Así que poco se puede hacer al respecto, salvo seguir cubriendo de gloria a los responsables con nuestras oraciones. Hablo por propia experiencia pues más de una vez (y con todas seguridad más de veinte) me ha tocado hacer los 100 metros transbordo para coger el tren en la ciudad Bruchsal, con final feliz las menos veces y perdiendo la conexión en la mayoría de los casos, lo cual me supone llegar a casa por lo pronto media hora más tarde. Por este motivo he decidido rebautizar a la RENFE alemana como „die Scheiße Bahn“, cuyo significado creo que va más acorde con el servicio de mierda que prestan.

...comer pescado de higos a brevas, y no saber realmente el bicho que estás degustando. Con la carne no hay problema porque suele ser siempre la misma, a saber, cerdo, algunas veces vaca, y raramente cordero, pero el pescado es otra historia. Y es que ya que tienen cuatro tipos, digo yo que ya podían haberles puesto nombres más ilustrativos como merlucen, truchen, salmonen, que dejasen entrever que es lo que te estás echando a la boca. Sin ir más lejos, el otro día en la oficina había pescado, y yo tan feliz por poder al fin saborear algo que no fuera carnaza con Kartoffeln. Empezamos a comer y uno de mis compañeros me comenta que es "Wels", yo le miro extrañado y continúo con mi tenedor y mi cuchillo dale que te pego. Cuando todo ha terminado y vuelvo a mi sitio, me da por mirar lo que había comido, y resulta que era siluro, sí, ese pez tocho con bigotes y pinta poco apetitosa, el que pesca Homer en el lago Siluro, el mismísimo General Sherman. En fin que uno no sabe ya si sería mejor quedarse en la dieta rica en proteínas, o descubrir sin comerlo ni beberlo sabores y manjares hasta ahora inexplorados.



...tener que comer sin agua ni servilleta. No se por qué aquí siempre se come a palo seco, con el tiempo uno se acaba acostumbrando a semejante sequía gastronómica, pero es que hay momentos en los que realmente se echa de menos un chorrito de agua para el gaznate, sobre todo cuando hay de acompañamiento del plato principal patatas con alguna salsa espesita. Tengo una teoría al respecto y es que cubren sus necesidades hídricas durante el "Mahlzeit" con la sopa que suele haber de primero. El truco está en saber racionarla durante la comida y darle pequeños sorbos cuando la sed apriete. Con respecto al tema de las servilletas al principio también me causó un gran impacto el observar que no había por ninguna parte un mísero trozo de papel en el que restregarse los morros. Fue entonces cuando me vinieron a la cabeza dos posibles razones totalmente contrapuestas; o bien eran tan guarruzos que les daba igual que les chorreasen los restos por la boca y acabasen limpiándose con la manga, o por el contrario eran tan limpios que no necesitaban efectivamente medio alguno para limpiarse porque no se manchaban en absoluto. Según he podido comprobar con el tiempo se debe más que nada a esto último, aunque conozco a más de uno que necesitaría hasta babero.

...los niños alemanes. Niños por llamarlos de alguna manera, son monstruos, seres creados para echar abajo a cualquiera que se atreva a poner un pie en su territorio. En manadas, suelen reunirse en los trenes cada mañana para ir al colegio, gritando todo tipo de consignas para volverle a uno loco y joderle el día, poniéndose los primeros para salir del vagón y demostrar quien es el jefe, desafiando con miradas de hielo que ni el mismísimo Chuck Norris resistiría. Suelen ser espécimenes de edades comprendidas entre los ocho y catorce años ya que después de ese periodo mutan en otro tipo de ser (con el denominado síndrome de la edad del pavo) con diferentes características y modus operandi, pero al fin y al cabo no tan peligrosos como estos primeros seres despiadados enviados del Averno.


...las seriecitas policiacas de la tele. Y es que sin exagerar puede que haya como cinco o seis diferentes „Krimis“ como las llaman por aquí. Hay una especialmente alabada, que se emite todos los domingos desde hace 40 años y que lleva el nombre de Tatort (que viene a significar „lugar de los hechos“. La acción suele desarrollarse en distintas ciudades alemanas, cambiando de protagonistas). Pues bien la he visto un par de veces y siempre pasa lo mismo: alguien aparece misteriosamente convertido en mortadela con aceitunas, llega la típica pareja de la Kriminalpolizei, uno es el guaperas que se encarga del caso y esta al mando, suele tener muy mala leche y una vida personal de mierda, el otro es el compañero graciosillo que no se entera ni del Nodo hasta el final, cuando con una mirada intrigante y después de una larga pausa reflexiva el guaperas le cuenta al empanao de cabo a rabo como acaecieron los hechos. Con semejante esquema al descrito hay cinco ó seis series repartidas a lo largo de la semana, intercaladas con los CSI y compañía de firma americana que vienen a reforzar la macabra oferta. Y es que si en España la telebasura la componen los programas de cotilleo de mierda, aquí se da el caso con las series de asesinatos de los cojones.

...los alemanes borrachos. Se podría decir que en Alemania el concepto de borrachera es un tanto diferente al nuestro, por lo general no es un motivo de celebración con el prójimo y hermanamiento con los desconocidos como es en España. Aquí los que se pillan una buena cogorza suelen acabar en muchos casos o bien con el Furor Teutonicus por las nubes provocando a otros topeos como ellos para entrar en liza, o bien tirados en cualquier esquina con las constantes vitales pendiendo de un hilo.

...los impuestos que hay que pagar por pelotas a la iglesia. Al inscribirte en el padrón, tienes que declarar tu confesión religiosa en el formulario que te dan a rellenar y en base a que religión hayas marcado te quitan el 9% de tu salario y se lo dan a los caraduras que hayas puesto. Y el truco está en que si te declaras ateo, o sea que no marcas ninguna casilla en el formulario del padrón, entonces no te puedes casar ni pa' dios y no seré yo el valiente que le diga a mi abuela que voy a vivir siempre en pecado. Así que resina, agua y a hacer gasto de hostias y vino cuando sea menester.



...tener que pagar por evacuar líquidos. Estaciones de tren, museos, edificios públicos, y hasta el Burger King se encuentran bajo el control mafioso del gobierno o vaustasaber quién, que ha puesto precio a una necesidad tan básica como la de ir a mear. En las estaciones del tren suelen ser cincuenta céntimos de bellón los que te roban por cambiarle el agua al canario. Mientras que en los restaurantes, suele ser el propio individuo que limpia el WC el que hace guardia en la puerta, deseándote una agradable estancia junto al "señor Roca" al entrar y poniendo la mano pidiendo el aguinaldo al salir. Pero uno que no es tonto, se busca sus truquillos y tira de picaresca. Por ejemplo, en vez de hacer aguas menores en la estación, que como hemos dicho es una afrenta contra los derechos humanos de la vejiga, se espera a entrar al tren, que también tiene sus baños y se descarga ahí que no cuesta un duro. Solución mayormente válida para gente sin muchos miramientos, debido a las condiciones higiénicas existentes. Otra solución (y ésta al alcance de todo/a aquel/la que le eche un poco de jeta/e) es ir al típico burger o sucedáneo que suele haber en toda estación que se precie, y cuando venga el que limpia poniendo la mano, mirar hacia otro lado como si alguien te hubiera llamado y salir andando elegantemente como si nada, eso si ateniéndose a recibir todo tipo de improperios y calumnias por parte del trabajador del tigre.


Bueno creo que estas duras declaraciones serían más que suficientes para proceder a mi inmediata expulsión del país por parte de las autoridades pertinentes así que ya paro. Por contra debo decir que hay el doble de cosas que me encantan de Alemania, que compensan con creces estas pequeñas molestias diarias y que otro día que me apetezca relataré.


Mit freundlichen Grüßen, 
Uno que va

1 comentario:

  1. Anónimo14:58

    Muy bueno Javi! Menos mal que tu nos cuentas también lo malo... así parece que nosotros no somos lo peor tal y como nos lo hacen ver.
    Esperamos también tu decálogo de cosas buenas, que seguro que son muy guapas!
    Un besazo,
    Pave

    ResponderEliminar